Word from the Pastor

Querida Familia de San Pablo,

¡Que la paz del Señor Resucitado esté con todos ustedes!

Hoy, junto con la Iglesia universal, celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor, un acontecimiento histórico y de fe significativo para la fe cristiana que profesamos, además de un profundo misterio.

Las Escrituras nos dicen que Jesús dejóasus discípulos para regresar al Padre celestial, prometiendo regresar al final de los tiempos. Esto marcó la conclusión de su ministerio terrenal y el comienzo de la misión continua de la Iglesia. En el Evangelio de hoy, presenciamos la conmovedora despedida entre Jesús y sus discípulos. Al prepararse para partir de esta tierra, les ofreció regalos de despedida: el don del entendimiento, que les permitió comprender el significado de las Escrituras, y la promesa del Espíritu Santo. También les dio su bendición final, asegurándoles que permanecería con ellos hasta el fin de los tiempos.

La reacción de los discípulos refleja una profunda transformación. San Lucas nos dice que regresaron a Jerusalén llenos de gran alegría, alabando y adorando a Dios. Aunque el Señor les instruyó que fueran sus testigos desde Jerusalén hasta los confines de la tierra, también les dijo que esperaran el don del Espíritu Santo. Los ángeles les aseguraron que el Señor regresaría de la misma manera que lo habían visto ascender al cielo.

Aunque la Ascensión de Nuestro Señor ocurrió hace mucho tiempo, sus palabras de despedida siguen siendo significativas y relevantes. Estamos llamados a cumplir con valentía estas palabras, convirtiéndonos en sus testigos en el mundo de hoy, tal como lo hicieron los primeros apóstoles. Por lo tanto, la Fiesta de la Ascensión no es simplemente una conmemoración de la partida; es una celebración de la presencia viva y perdurable de Jesús entre nosotros.

Al comenzar el mes de junio, durante el cual celebramos el Día del Padre, invitamos a todos los feligreses a tomar un sobre y escribir los nombres de todos los padres en sus familias, vivos o fallecidos, por quienes oraremos a lo largo del mes. La costumbre de orar por los demás es una obra de misericordia que beneficia tantoaquienes por los cuales oramos, como a nosotros mismos. Sigamos orando unos por otros, especialmente por todos los padres de nuestra comunidad parroquial.

Como mencioné el fin de semana pasado en todas las misas, visitaré Venezuela este mes para pasar tiempo con mi familia y atender algunos asuntos legales. Durante mi ausencia, tres sacerdotes de la Arquidiócesis de Miami asistirán en San Pablo con las celebraciones de los servicios litúrgicos y otras necesidades pastorales. Por favor, háganlos sentir bienvenidos y apreciados durante su estancia. También les pido que recen por mí y sepan que tendré presentes sus intenciones en mis oraciones.

Que Dios los bendiga,

Padre
Óscar Pérez Dudamel.